Mitos de los trastornos de la conducta alimentaria: ¿Que otras maneras hay de entenderlos?

Los trastornos de conducta alimentaria (TCA) son problemas complejos que afectan alrededor del 4,1-4,5% de la población adolescente entre los 12 y 21 años. Aun con una prevalencia tan alta, existen varios mitos y creencias que dificultan una comprensión adecuada y, en algunos casos, retrasan el diagnóstico y el tratamiento adecuado.

Por ello, es importante desmontar estos mitos para poder ofrecer la mejor intervención, tanto en cuanto al ámbito familiar como en el personal.

Con frecuencia se piensa que los TCA son solamente un problema de autoimagen o de redes sociales, que solo afecta a las mujeres jóvenes que desean tener un cuerpo muy delgado. Sin embargo, estas creencias no solo son erróneas, sino que también pueden aumentar el estigma social y la desinformación que hay de los TCA. Comprender adecuadamente los TCA desde una perspectiva científica es fundamental para poder promover un apoyo más profundo, empático y eficaz al abordar esta problemática.

En este artículo, vamos a intentar desmontar algunos de los mitos más comunes sobre los trastornos de la conducta alimentaria, y se explorarán otras maneras de entenderlas, con el fin de fomentar una mayor concienciación acerca de ellos, poder habilitar herramientas de apoyo y de prevención para familiares.


Mitos de los trastornos de la conducta alimentaria:

Mito 1: Siempre que alguien sufre de un TCA, es extremadamente delgado.

Falso. Las personas que sufren de un TCA pueden estar en cualquier peso, desde sobrepeso hasta infrapeso. No hace falta estar en un infrapeso por tener un TCA, y en el caso de la bulimia nervosa, es incluso bastante común que la persona se encuentre en un normopeso, o por encima de este. Esta falsa creencia, junto con una ocultación de conductas, hace que sea difícil detectar el TCA, y que aparente que la persona tiene una relación normal con la comida. También es importante destacar que un índice de masa corporal (IMC) muy bajo o alto no define si existe un TCA, ya que dependería también de la existencia de otros factores.

Mito 2: Los TCA existen solo por la presión social y la idea de querer verse delgados.

Falso. Uno de los mitos que más persiste sobre los TCA es que son causados únicamente por la presión social y los estándares de belleza promovidos por los medios de comunicación. Sin embargo, aunque estos factores sí que pueden influir, los TCA tienen raíces más profundas y complejas, incluyendo problemas de autoestima, de ansiedad o de estado de ánimo.

En este sentido, algunas investigaciones han llegado a demostrar que la anorexia puede actuar como una forma de autolesión en sí misma, o como un mecanismo de control para lidiar con el dolor emocional. La restricción alimentaria extrema puede estar motivada por la necesidad de ejercer control sobre la propia vida en medio de un entorno caótico o traumático, similar a otras conductas autodestructivas. También se ha encontrado que las personas con TCA pueden recurrir a la restricción alimentaria como una forma de castigarse o manejarse emocionalmente, comparable a autolesiones físicas o golpes. Esto refuerza la idea de que los TCA no se limitan únicamente a la obsesión por la imagen corporal o la delgadez, sino que también pueden ser una manera de lidiar con el malestar emocional.

Mito 3: Una persona que sufre un TCA “lo ha buscado”.

Falso. Los TCA son enfermedades mentales serias y complejas, que tienen un origen multicausal. Estos trastornos provocan sufrimiento tanto a la persona que lo padece como al entorno familiar y social, y es algo que nadie elige sufrir. También hay pensamientos de que el TCA puede ser una “moda pasajera”, y que no es un trastorno el querer perder kilos o estar más sano, pero estos son indicadores y señales de alarma en los TCA. Hay personas que pueden ser más o menos vulnerables, y no es una enfermedad a voluntad.

Mito 4: Los TCA nunca se pueden curar y son de por vida.

Falso. Aunque los TCA pueden perdurar, y pueden existir determinados síntomas que cueste más resolver, la recuperación es posible. El Ministerio de Salud y Consumo dice que alrededor del 50-60% de los casos se recupera totalmente, un 20-30% parcialmente y sólo un 10-20% tiene una cronicidad de la enfermedad. Para llegar a recuperarse de un TCA, pasar por un tratamiento interdisciplinar aumenta las probabilidades de curación. Los TCA no son una enfermedad de fácil curación, y pueden llegar a tener recaídas, pero es importante recordar que estas recaídas son normales, y no es malo tenerlas, y lo más importante es poder detectarlas a tiempo para poder intervenir cuanto antes.

Mito 5: Los TCA son enfermedades de chicas adolescentes.

Falso. Aunque los TCA tienen más prevalencia en las mujeres (9 de cada 10 son mujeres), afectan a ambos sexos. Y cada vez hay más hombres que sufren de un TCA, pudiendo afectar a todas las personas, independientemente de la edad o el sexo. Se piensa que porque una persona ya ha alcanzado la madurez no sufrirá un TCA, pero cualquier evento traumático o emocionalmente cargado podría derivar en un TCA (muerte de un familiar, una ruptura, un momento altamente estresante, etc…). Se diagnostican a personas de todas las edades, y aunque la adolescencia es la etapa donde mayor riesgo hay para padecer de uno, cada vez hay más casos de adultos, e incluso en edades muy tempranas a partir de los 8 años. Es importante reconocer las señales de alarma, independientemente de la edad de la persona que podría padecer del problema, para una mejoría e intervención temprana.


Rompiendo mitos: una visión realista sobre los TCA.

Es evidente la cantidad de desinformación que puede existir en cuanto a los TCA, y es esencial desmontar estos mitos y creencias erróneas. Estos estigmas pueden afectar el poder hacer un diagnóstico correcto, el tratamiento y el apoyo adecuado de los familiares y el entorno social de una persona viviendo con un TCA. Es importante recordar que los TCA no solo tratan de una mala percepción de la imagen corporal, sino que la naturaleza multifactorial del trastorno va más allá de lo físico y se ven involucrados problemas emocionales, psicológicos y sociales.

Por ello, la empatía y un tratamiento basado en la evidencia científica son fundamentales para poder comprender mejor los trastornos y tratarlos de manera más eficaz. Los TCA pueden ser persistentes, pero eso no quiere decir que sean permanentes y la recuperación es posible con tratamiento adecuado, apoyo profesional y un entorno colaborativo y comprensivo. Es importante saber también que las recaídas no son fracasos, sino que son parte del proceso a la mejoría.

Es importante concienciar y promover una educación correcta acerca de los TCA, promover entornos comunicativos donde no haya estigmas, y que esa educación pueda ser clave esencial para prevenir y acompañar a personas que se podrían enfrentar a esos problemas.

Autor: Sergio Calvo y Natalia Moreno
Psicólogo del Grado de Psicología de la UCJC y Coordinadora Responsable de la Unidad de Atención Psicológica de HM Hospitales

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