Conociendo los trastornos de conducta alimentaria

Vivimos en una sociedad muchas veces marcada por “el que dirán”, donde la opinión de los demás importa en exceso y donde la cultura de la delgadez es promovida en muchos ámbitos. Por ejemplo, tenemos determinados estereotipos que son promovidos a través de la moda, la publicidad y las redes sociales, además de los prejuicios existentes respecto al sobrepeso y a la obesidad, así como la existencia de los constantes comentarios y burlas sobre la imagen o peso corporal.

Además de estos factores, una etapa vital para el desarrollo de las personas es la adolescencia y juventud, en la que se incrementa la importancia de los iguales y la de ofrecer una imagen positiva a los demás, convirtiéndose esta edad en una etapa compleja y, por tanto, muy propensa para el desarrollo de los trastornos de conducta alimentaria.

Los trastornos de la conducta alimentaria o TCA son enfermedades psicológicas muy complejas, que generan una gran interferencia no solo en la vida del paciente, si no también en la de su entorno familiar. Según los últimos datos ofrecidos por la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia, este trastorno es más frecuente en las mujeres, siendo su prevalencia en España de 4,1 a 6,4 por ciento en mujeres entre 12 y 21 años, frente al 0,3 por ciento de los hombres, aunque cada se da más en varones y gente de más edad.

Además, un dato preocupante es que el 70% de los adolescentes no se siente a gusto con su cuerpo y 6 de cada 10 chicas creen que serían más felices si estuvieran más delgadas, realizando conductas patológicas alrededor del 30% de estas. Por todo ello, los TCA se encuentran entre las tres enfermedades crónicas más frecuentes entre los adolescentes y jóvenes, y aparecen cada vez a edades más tempranas, incrementándose estas un 15% en los últimos cuatro años en menores de 12 años.

Dentro de estos trastornos, algunos de los más comunes son la anorexia nerviosa o la bulimia, siendo sus principales síntomas, la preocupación excesiva por la comida, el peso y/o figura corporal, así como el uso de medidas no saludables para controlar o reducir el peso corporal.

Respecto a la detección precoz de la anorexia, es importante que se preste atención y se vigile si la menor o el menor presenta una miedo exagerado a engordar, aunque se encuentre por debajo del peso mínimo establecido, o se ven más gordas o gordos de lo que están en realidad (distorsión de la imagen corporal), pérdida de pelo, hiperactividad, piel seca, frio en manos y pies, restringe alimentos o la cantidad de estos, se queja de que le sientan mal, o existe una pérdida del periodo, entre otros. En cuanto a la bulimia, suelen darse atracones recurrentes con sensación de pérdida de control, y tras los atracones suele aparecer culpa y en consecuencia conductas compensatorias como laxantes, vómitos, o ejercicio excesivo. Así mismo, físicamente pueden observarse, problemas dentales, de garganta, ojos irritados y sensación de debilidad.

Además de todo lo anterior, es importante tener en cuenta que suelen ser personas inseguras, muy exigentes, con tendencia al perfeccionismo y tras vivir un rechazo, fracaso o alguna situación compleja, se busca el control en la comida, ya que esto se convierte en una válvula de escape.

En resumen, todos estos datos y síntomas son señalan y nos acercan a la realidad de la gravedad de este trastorno, por lo es muy importante que se realice un diagnóstico precoz, y un tratamiento interdisciplinar, con el fin de poder abarcar las diferentes facetas del trastorno.

 

Autora: Dra. Natalia Moreno

Coordinadora y Responsable

Unidad Atención Psicológica Personalizada

HM Hospitales

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