El Dr. Domingo Carrera, jefe de la Unidad de Nutrición del Hospital Universitario HM Sanchinarro, afirma que “el gluten es una proteína que está presente en muchos de los cereales y como cualquier otra proteína natural no tiene efecto nocivo alguno sobre la salud, a excepción de en los enfermos celíacos, que son personas que nacen con una alteración genética que les impide digerir bien el gluten”.
Pero al igual que para los celiacos consumir alimentos con gluten puede llegar a suponer un grave riesgo, “retirarlos sin motivo médico también entraña peligros”, advierte el experto. Al dejar de consumir gluten mucho tiempo el intestino puede deshabituarse y llegar a provocar una intolerancia al gluten no celíaca, lo que desencadena un problema de salud en personas que antes no lo tenían.
Intolerancia y celiaquía
La enfermedad celíaca se produce por una alteración genética que impide digerir bien el gluten, produciendo síntomas digestivos agudos como diarreas profusas, dolor abdominal, gases y malestar general. Puede llegar a ser una dolencia grave y mortal si la persona consume gluten.
En cambio, la intolerancia al gluten no celíaca no es un problema congénito sino adquirido, “como casi todos los procesos alérgicos”. Se da en personas adultas no celíacas que empiezan a reaccionar de forma similar a las celíacas cuando consumen productos con gluten. “Aunque los síntomas suelen ser menos severos, en estas personas sí está justificada la retirada de los alimentos que contienen gluten, al menos de forma temporal”, añade el Dr. Carrera.
Alimentos sin gluten, una alternativa menos saludable
Consumir alimentos sin gluten de manera voluntaria y sin haber sido indicado por un especialista, lejos de ser más saludable, puede resultar perjudicial para nuestra salud. Por ejemplo, el gluten de la harina de trigo le confiere esponjosidad al pan que, sin él, se convierte “en una densa masa poco atractiva, lo que lleva a la industria alimentaria a añadir a los productos sin gluten ingredientes poco saludables que aporten esas características”. Se trata de grasas vegetales como el aceite de palma, azúcares refinados y aditivos químicos que convierten a la alternativa sin gluten en “un producto más dañino, con más calorías, más grasas y un mayor riesgo para la salud desde el punto de vista inflamatorio y cardiovascular”, asegura el Dr. Carrera.
Esto demuestra que tras la moda de los alimentos sin gluten está el interés de una industria floreciente cuyos productos tienen un coste muy por encima del resto. El precio de un producto sin gluten es entre un 30% y un 40% más elevado que el mismo con gluten.
Los especialistas coinciden al indicar que la retirada del gluten debe ser siempre por prescripción médica y no por decisión propia por lo que, en caso de duda y
ante la aparición de síntomas digestivos que puedan hacer sospechar esta intolerancia, lo más saludable y recomendable es acudir al médico.