Se conocen 93 serotipos diferentes de enterovirus, que se clasifican en cuatro especies: A, B, C y D. En general, tranquiliza la Dra. Romero, suelen seguir un curso benigno y no dejan secuelas, incluso cuando producen afectación neurológica.
En la mayoría de los casos detectados en el brote de Cataluña, el serotipo responsable es el A71. Este, explica, produce romboencefalitis, una inflamación del tronco cerebral y del cerebelo. El A71, añade, suele estar detrás de importantes epidemias en países asiáticos, sin embargo, su presencia no es habitual en Europa.
Los distintos serotipos de enterovirus pueden dar lugar a enfermedades muy diversas, algunas de ellas tan temidas como la poliomielitis, erradicada desde el año 2002 en Europa, pero todavía presente en otros continentes como el africano.
Asimismo, son también los causantes de meningitis linfocitarias —conocidas como "meningitis buenas" por ser menos graves que las bacterianas—, de procesos respiratorios como neumonía, bronquitis y bronquiolitis, de conjuntivitis hemorrágica, de exantemas habitualmente catalogados de "inespecíficos" y de la enfermedad "boca-mano-pie", muy frecuente entre los niños que van a la guardería.
Prevenir
Aunque la infección por enterovirus puede afectar tanto a niños como a adultos, las personas inmunodeprimidas y los menores de 4 o 5 años, especialmente los neonatos, son los más vulnerables.
Los enterovirus se eliminan en las heces, las secreciones respiratorias y la saliva de las personas infectadas. Por ello, para evitar el contagio, hay que seguir medidas de higiene básicas como son el cuidado en la manipulación y eliminación de pañales, el lavado enérgico de enseres y superficies y, lo más importante, el lavado frecuente de manos.
Además, "los niños con síntomas de enfermedad como fiebre, problemas respiratorios o exantemas, aunque sean leves, deberían permanecer en casa para evitar brotes en colegios y guarderías".