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Prepárate para la vuelta al cole

22/09/2015 2:00

​Llega septiembre y con él el inicio del curso escolar. Para algunos será la vuelta al cole y para otros, los más pequeños, el primer día de su primer curso. Volver a la rutina tras los meses de verano o familiarizarse con los nuevos compañeros, profesores y horarios no siempre es fácil, sin embargo, los niños suelen responder mejor de lo que piensan sus padres. La Dra. Isabel Romero, coordinadora del Servicio de Pediatría de HM Hospitales, nos habla de ese proceso de adaptación y nos da las pautas para que este año los padres aprueben “con nota”.

El primer día

Para los nacidos en 2012, ha llegado el primer día de su primer año de colegio. Aunque hoy la mayoría de los niños ha pasado ya por la guardería, para algunos será la primera vez que salgan de su entorno familiar. Es habitual que los padres muestren una cierta inquietud en cuanto al cómo sus hijos se adaptarán a los nuevos compañeros, a los profesores y a todo lo que comporta el colegio en general. Según la Dra. Romero, “por muy duro que parezca, los niños se adaptan rápidamente, a menudo antes que los propios adultos”. Además, para que ese proceso sea más fácil, los colegios programan una incorporación progresiva, de forma que durante los primeros días asisten menos horas y estas se van aumentando poco a poco para conseguir la adaptación.

Le falta autonomía

A edades tan tempranas, hay niños que aún no han conseguido el control de esfínteres. En otros casos, no son autónomos a la hora de comer. Ambas cosas inquietan a los padres que han visto cómo el verano se les escapaba y septiembre les ha cogido con los deberes a medio hacer. El mensaje de la Dra. Romero es, en este sentido, tranquilizador: “Muchas veces, la forma que tienen los niños de progresar en la adquisición de la autonomía al comer o en el control de esfínteres es interactuar con otros niños en el colegio. Empezar las clases va a favorecer su avance en esos aspectos”.

¿Y si no se adapta?

Siempre hay niños que se adaptan al colegio antes que otros, pero en general todos lo consiguen rápidamente. En aquellos casos en los que el proceso pueda ser más lento, la Dra. Romero aconseja una dosis extra de paciencia, mucho cariño y no dramatizar la situación. “No debemos agobiarnos porque no se adapte, sino preocuparnos porque se adapte lo antes posible”, apunta. Los signos que pueden alertar de un retraso en la adaptación al colegio suelen ser cambios en el comportamiento, rabietas, respuestas inadecuadas, inobediencia, tristeza y disminución del apetito. En algunos casos, puede haber incluso una somatización que dé lugar a dolores abdominales o de cabeza e incluso vómitos.

Acoso escolar, ¿cómo detectarlo?

En los últimos años, la preocupación por el acoso escolar entre compañeros es creciente. Esto no suele afectar a los más pequeños sino a los niños mayores y a los adolescentes. “La mejor forma de detectarlo es estar al día de la actividad escolar de nuestros hijos”, señala la Dra. Romero. Para ello, aconseja sacar tiempo para hablar con ellos sobre sus progresos en clase, sus compañeros y las dificultades que pueden tener, sobre todo si se ha detectado algún cambio en su actitud hacia el colegio, los profesores o los amigos, o bien una caída en el rendimiento escolar.

Ante una situación de acoso, aboga por el trabajo conjunto y siempre en la misma línea: “Padres, abuelos, hermanos mayores, cuidadores, profesores y pediatras, todos somos figuras de referencia para el niño y podemos ser útiles en estos casos”. Entre otras recomendaciones, aconseja potenciar las cualidades del niño, restar importancia a aquello que le hace sentir diferente, como el exceso de peso o llevar gafas, y ayudarle a mejorar esa situación que le incomoda.

Tiempo de “-itis”

El colegio, sobre todo para los más pequeños y especialmente si no han ido a la guardería, suele conllevar que el niño contraiga una o varias de las conocidas como “-itis”. Faringitis, otitis, gastroenteritis y bronquitis son las más frecuentes, principalmente en invierno y primavera. También son habituales los procesos febriles autolimitados, generalmente de origen vírico.

Cuándo quedarse en casa

Para muchos padres supone un auténtico quebradero de cabeza que el niño esté enfermo, no sólo por la enfermedad en sí sino por el hecho de que no pueda ir al colegio y no tengan con quién dejarlo. Aunque una cosa es la teoría y otra la práctica, estas son las situaciones en las que la Dra. Romero aconseja que los niños se queden en casa:

  • Un niño con fiebre no debe acudir al colegio.
  • Deben transcurrir 24 horas sin fiebre antes de volver a clase.
  • Si ha tenido fiebre de madrugada, aunque su temperatura sea normal a las 8 de la mañana, es posible que sea porque aún le dura el efecto del antitérmico y a lo largo de la mañana vuelva a tener otro pico de fiebre. Mejor en casa.
  • Si presenta vómitos.
  • Tampoco deberá acudir al centro escolar en caso de diarrea intensa.
  • Erupciones cutáneas de origen infeccioso.
  • Dificultad respiratoria.
  • El decaimiento puede ser el primer síntoma de una enfermedad. Si es llamativo, mejor que el niño permanezca ese día en casa para ver cómo evoluciona.


Mochilas, ¿demasiado peso?

Para la Dra. Romero, el exceso de peso de las mochilas escolares no es un tema menor ya que puede dar lugar a lesiones de espalda, cuello y hombros, y afectar a la marcha y al desarrollo del niño. Aunque lo ideal sería que no llevaran tanto peso, a menudo no hay otra opción, por ello, aconseja llevar mochilas con ruedas que se empujen hacia adelante, es decir, como los carritos del supermercado. Si el niño no quiere ruedas, entonces optar por una mochila que esté bien centrada en la región dorsal.

Energía para empezar el día

El desayuno es una de las comidas principales del día, por ello, no debemos descuidarlo. De hecho, la falta de atención o el sueño excesivo en clase pueden estar relacionados con un desayuno incompleto. Para que nuestro hijo acuda al colegio con la energía suficiente para afrontar el día hay que asegurarse de que el desayuno sea equilibrado en cuanto a grasas, proteínas e hidratos de carbono. Una pieza de fruta o su zumo, un vaso de leche, una rebanada de pan con aceite de oliva o con un poco de jamón pueden ser un desayuno perfecto. Otro factor importante es el del tiempo, el niño debe tomar su desayuno con tranquilidad y no en cinco minutos o de camino al colegio.

Vacunas

En nuestro país, el 95% de los niños ha recibido las vacunas que recomienda el Ministerio de Sanidad. Además, hay otras vacunas que este organismo no contempla, pero que sí recomienda la Asociación Española de Pediatría. Para la Dra. Romero, cuando se habla de vacunas, “cuantas más mejor”. “Es un hecho que las vacunas previenen la enfermedad o consiguen que ésta sea mucho más leve que la infección natural”, señala.

Aunque hay algunos casos en los que los padres deciden no vacunar a sus hijos, la Dra. Romero reconoce que si bien lo hacen pensando que es lo mejor para los niños, la información que manejan no es la adecuada y con ello ponen en peligro la salud de sus hijos y la del resto de la comunidad.

Con los piojos, a raya

La facilidad y rapidez con la que los piojos se reproducen y se transmiten los convierten en temidos compañeros de clase. Si queremos acabar con ellos, no hay concesiones. Estas son las claves:

–No utilizar antiparasitarios para prevenir los piojos. Esto puede provocar resistencias, dejando de ser útiles cuando realmente se necesitan.

–El vinagre no mata los piojos, pero ayuda a desprender las liendres. Puede utilizarse como complemento del tratamiento antipiojos. Lo mismo sucede con el árbol de té, el aceite de oliva o la esencia de lavanda.

–El tratamiento más efectivo actualmente es la permetrina al 1%, mejor en loción que en champú.

–La loción de permetrina se deja actuar 10 minutos, aunque en los casos más “rebeldes” se aconseja dejar toda la noche, cubriendo el cuero cabelludo con un gorro de plástico. Después, se aclara con agua caliente y vinagre y se eliminan los piojos y liendres con la ayuda de un peine muy fino llamado “liendrera”.

–Es importante repetir la operación durante siete días seguidos. Así evitamos que alguna liendre inadvertida de lugar a la aparición de un nuevo piojo.

–En casos difíciles, el especialista puede indicarnos otros tratamientos tópicos (dimeticona, alcohol bencílico) e incluso orales (cotrimoxazol, ivermectina).

–El niño que recibe tratamiento puede acudir a clase, aunque es mejor extremar las precauciones y procurar que no comparta peines, gorros o accesorios para el pelo

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