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Donar médula ósea: un sencillo gesto para salvar la vida de otras personas

02/08/2017 8:00

En los últimos años, gracias al Plan Nacional de Donación de Médula Ósea, se ha conseguido incrementar significativamente el número de donantes de médula ósea, hasta hace poco, la gran desconocida en la donación de órganos en nuestro país, como explica el Prof. Dr. Jaime Pérez de Oteyza, director del Departamento de Hematología de HM Hospitales. Del altruismo de estos donantes, se pueden beneficiar pacientes con aplasia medular, leucemia, linfoma o mieloma e incluso, en algunos casos, aquellos con trastornos congénitos del sistema inmunitario, como los llamados ‘niños burbuja’ y niños con trastornos congénitos del metabolismo y otras enfermedades raras. Ser donante es un proceso sencillo y seguro en el que todos ganan.

Hematíes, leucocitos y plaquetas nacen en el interior de la médula ósea a partir de las células madre. El problema, apunta el Dr. Pérez de Oteyza, viene cuando esta médula ósea se queda vacía y deja de funcionar, dando lugar a lo que se conoce como 'aplasia medular'. En otros casos, se trata de procesos cancerosos que afectan a la médula ósea, como es el caso de las leucemias. "Estos pacientes pueden tratarse sustituyendo la médula ósea enferma por una médula ósea procedente de un donante sano, es decir, realizando un trasplante de médula ósea", subraya. Para ello, lo primero que hay que hacer es "eliminar la médula enferma, lo que se hace mediante quimioterapia o radioterapia" y, posteriormente, infundir por vía intravenosa la médula ósea extraída al donante. Algo así, simplifica, "como si fuera una transfusión, ya que la médula ósea es un tejido líquido, de aspecto similar a la sangre". Actualmente, también es posible el trasplante de progenitores hematopoyéticos –células madre que engendran las células sanguíneas- procedentes de sangre periférica y del cordón umbilical.

Tipos de trasplante

Existen distintos tipos de trasplante en función de la relación entre paciente y donante. Así, cuando se trata de un hermano gemelo idéntico, hablamos de trasplante singénico; alogénico cuando el donante es otra persona, y autogénico o autólogo cuando es el propio paciente. Dentro de los alogénicos, se distinguen entre los de un donante familiar y los de una persona sin ningún tipo de parentesco.

"En los casos de aplasia medular o de leucemia suele hacerse un trasplante alogénico, pero en otras enfermedades como mieloma o linfoma se recurre más al trasplante autólogo", distingue el Dr. Pérez de Oteyza.

Encontrar un donante

Con respecto al proceso de búsqueda de un donante, "en primer lugar, hay que hacer un análisis de compatibilidad entre los familiares de primer grado, empezando por los hermanos, si tiene.  En caso de que no tuviera o no fueran compatibles, se procede a analizar a los padres o a los hijos y, si tampoco lo son, se pasa a buscar en los registros nacionales o internacionales de donantes no emparentados".

Una vez encontrado el donante adecuado, se le realiza un exhaustivo examen de salud con el fin de garantizar su propia seguridad y la del paciente. Y es que, si bien "la donación en sí no es peligrosa para una persona sana, podría tener riesgos para alguien que padeciese una enfermedad importante como, por ejemplo, un proceso cardiaco". Una vez certificada la idoneidad del donante, se procede a programar el trasplante.

Compatibilidad: probabilidades

Con respecto a la compatibilidad, subraya el Dr. Pérez de Oteyza, "en líneas generales, se requiere que el donante y el paciente sean 100 % compatibles, lo que implica que sean idénticos para 12 de 12 de los llamados 'antígenos de histocompatibilidad' o HLA". Sin embargo, reconoce, aunque esta sería la situación ideal, "a veces, se admiten donantes con compatibilidad 11 de 12 o 10 de 12". De otro lado, añade, "los trasplantes con sangre del cordón umbilical se pueden hacer con menor grado de compatibilidad porque hay una mayor tolerancia inmunológica".

Asimismo, hoy en día, también se realizan trasplantes de un hermano, un padre o u hijo con el que comparta solamente un 50% de los HLA. "Es  lo que denominamos 'trasplante haploidéntico'", apunta.

Si existen hermanos, "la probabilidad de que uno de ellos sea HLA idéntico es del 30%.  Si no hay donantes familiares y se recurre a una búsqueda en los registros mundiales de donantes no emparentados, la probabilidad de encontrar uno compatible se sitúa en torno al 80%. Si no se encuentran, se puede optar por un familiar haploidéntico, teniendo en cuenta que un hijo o un progenitor del paciente siempre serán haploidénticos".

Ser donante

La donación de médula no comporta ningún riesgo para el donante, "siempre que esté sano y no padezca enfermedades graves previas", explica. El único requisito, aparte de su estado de salud, es la edad: entre 18 y 65 años.

El proceso de donación de médula ósea, cuando se hace en quirófano, dura unas dos horas, aunque por precaución, asegura el Dr. Pérez de Oteyza, se requiere estar hospitalizado hasta el día siguiente. Por su parte, si la donación se hace de sangre periférica, con la máquina de aféresis, el proceso llega a las 5 horas, pero no requiere hospitalización.

En este punto, hace hincapié en que "al donar médula no se pierde nada; el donante no se queda con menos células madre porque el propio organismo las regenera al cabo de unos días, pudiendo reincorporarse a su vida normal".

 


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