La hipertensión arterial es un factor de riesgo importante de cardiopatías y accidentes cerebrovasculares que afecta a más de 1.280 millones de adultos en todo el mundo.
La hipertensión arterial es una condición crónica en la que la presión de la sangre contra las paredes de las arterias es demasiado alta. Imagina las arterias como tuberías que transportan la sangre por todo el cuerpo. Cuando la presión dentro de estas “tuberías” es elevada de forma continua, el corazón tiene que trabajar más para bombear la sangre, lo que a largo plazo puede dañar el corazón y otros órganos vitales como los riñones, el cerebro y los ojos. La hipertensión es un factor de riesgo principal para enfermedades cardiovasculares, como infartos de miocardio y accidentes cerebrovasculares.
Síntomas de la hipertensión
La hipertensión es conocida como el “asesino silencioso” porque a menudo no presenta síntomas, incluso cuando los niveles de presión arterial son peligrosamente altos. Sin embargo, algunos pacientes pueden experimentar:
Dolores de cabeza
especialmente por la mañana.
Mareos
Visión borrosa
Sangrado nasal
Dificultad para respirar
Es importante destacar que estos síntomas pueden ser causados por otras afecciones, por lo que es fundamental medirse la presión arterial regularmente. La ausencia de síntomas no significa que la hipertensión no sea peligrosa. De hecho, el daño a los órganos puede ocurrir silenciosamente durante años.
Tipos de hipertensión
La hipertensión se clasifica principalmente en dos tipos:
Hipertensión primaria (esencial): es el tipo más común de hipertensión y representa aproximadamente el 90-95% de los casos. En la hipertensión primaria, aunque la etiología exacta aún no está clara, conocemos varios factores de riesgo asociados con su aparición, entre ellos: la edad, la obesidad, alimentación alta en sal, sedentarismo, sueño insuficiente, consumo excesivo de alcohol, contaminación, antecedentes familiares, la raza
Hipertensión secundaria: se produce como consecuencia de otra enfermedad o afección, como la enfermedad renal, uso de determinados medicamentos con o sin receta, trastornos hormonales, apnea del sueño entre otras. Identificar y tratar la causa subyacente es fundamental para controlar la hipertensión secundaria.
Causas de la hipertensión
En la mayoría de los casos, no se puede identificar una causa específica para la hipertensión, lo que se conoce como hipertensión primaria o esencial. Se cree que esta forma de hipertensión se desarrolla gradualmente a lo largo del tiempo debido a una combinación de factores genéticos y de estilo de vida. En algunos casos, la hipertensión es causada por una condición médica subyacente, como enfermedad renal o problemas hormonales. Esto se conoce como hipertensión secundaria.
Comprender los factores de riesgo de la hipertensión es crucial para su prevención y manejo. Algunos factores de riesgo son modificables, lo que significa que se pueden cambiar a través de modificaciones en el estilo de vida, mientras que otros son no modificables, como la edad y los antecedentes familiares. A continuación, se enumeran algunos de los factores de riesgo más comunes:
Edad: el riesgo aumenta con los años.
Antecedentes familiares: si tienes familiares con hipertensión, tu riesgo es mayor.
Sobrepeso u obesidad: el exceso de peso aumenta la carga de trabajo del corazón.
Falta de actividad física: el ejercicio regular ayuda a mantener una presión arterial saludable.
Consumo excesivo de sal: una dieta alta en sodio puede elevar la presión arterial.
Consumo de tabaco: fumar daña las paredes de las arterias.
Consumo excesivo de alcohol: el alcohol puede elevar la presión arterial.
Estrés: el estrés crónico puede contribuir a la hipertensión.
Padecer ciertas enfermedades crónicas, como la diabetes y la enfermedad renal.
Diagnóstico de la hipertensión
El diagnóstico de la hipertensión es sencillo y se realiza mediante la medición de la presión arterial con un tensiómetro. Se considera hipertensión cuando la presión arterial sistólica (el número superior) es igual o superior a 140 mmHg y/o la presión arterial diastólica (el número inferior) es igual o superior a 90 mmHg en varias mediciones.
Otras pruebas complementarias pueden ser necesarias para evaluar el impacto de la hipertensión en otros órganos y descartar causas secundarias:
Electrocardiograma (ECG): registra la actividad eléctrica del corazón para detectar posibles alteraciones del ritmo cardíaco o signos de daño al corazón.
Ecocardiograma: utiliza ultrasonidos para crear imágenes del corazón, permitiendo evaluar su estructura y función.
Análisis de sangre y orina: para evaluar la función renal, los niveles de colesterol y otras variables que pueden estar relacionadas con la hipertensión.
Fondo de ojo: examen de la retina para detectar signos de daño a los vasos sanguíneos.
Tratamiento de la hipertensión
El objetivo del tratamiento de la hipertensión es reducir la presión arterial a niveles saludables y prevenir complicaciones. El plan de tratamiento se individualiza según las necesidades de cada paciente y puede incluir:
Cambios en el estilo de vida: adoptar una dieta saludable baja en sodio, hacer ejercicio regularmente, mantener un peso saludable, limitar el consumo de alcohol y dejar de fumar.
Fármacos: si los cambios en el estilo de vida no son suficientes para controlar la presión arterial, el médico puede prescribir alguno de los siguientes fármacos: diuréticos, betabloqueantes, inhibidores de la ECA (IECA), antagonistas de los receptores de angiotensina II (ARA-II) o antagonistas del calcio.
Cirugía: esta opción se reserva para casos raros de hipertensión secundaria causada por una afección subyacente, como la estenosis de la arteria renal.
Complicaciones de la hipertensión
Si no se controla, la hipertensión arterial puede tener consecuencias graves para la salud. Algunas de las complicaciones más comunes incluyen:
Enfermedades del corazón: ataque cardíaco, insuficiencia cardíaca, angina de pecho.
Accidente cerebrovascular: la presión arterial alta puede dañar los vasos sanguíneos del cerebro, aumentando el riesgo de accidente cerebrovascular.
Enfermedad renal crónica: la hipertensión puede dañar los vasos sanguíneos de los riñones, dificultando su función.
Problemas de la vista: la presión arterial alta puede dañar los vasos sanguíneos de los ojos, causando problemas de visión e incluso ceguera.
Aneurisma: debilitamiento y abultamiento de las paredes de las arterias, que puede romperse y causar una hemorragia interna.
Dado que la hipertensión a menudo no presenta síntomas, es fundamental realizar controles regulares de la presión arterial, especialmente si se tienen factores de riesgo.
Recuerda que este artículo tiene un fin informativo y no sustituye la valoración médica profesional. Si sospechas que tienes hipertensión, consulta con un especialista para obtener un diagnóstico preciso y un plan de tratamiento adecuado a tus necesidades.
Nuestros médicos
Consulta y pide cita con los profesionales de esta especialidad