El prolapso de la válvula mitral es una afección cardíaca que afecta a la válvula mitral, una de las cuatro válvulas del corazón. La válvula mitral se encuentra entre la aurícula y el ventrículo izquierdo del corazón. Su función permite que la sangre rica en oxígeno fluya desde la aurícula izquierda al ventrículo izquierdo, impidiendo que regrese.
En el prolapso mitral las valvas de la válvula mitral no cierran correctamente, sino que se abomban o prolapsan hacia la aurícula izquierda durante la contracción del ventrículo izquierdo. Este prolapso puede provocar que parte de la sangre oxigenada regrese a la aurícula izquierda, un fenómeno conocido como regurgitación mitral. Si la regurgitación es leve, generalmente no causa problemas. Sin embargo, si es grave, puede sobrecargar el corazón y, con el tiempo, debilitarlo.
Síntomas del prolapso mitral
Muchas personas con prolapso mitral no presentan síntomas y la afección se descubre durante un examen físico de rutina o una prueba cardíaca realizada por otra razón. Cuando los síntomas ocurren, pueden variar ampliamente en gravedad, desde leves hasta severos. Algunos de los síntomas más comunes incluyen:
Palpitaciones:
sensación de latidos cardíacos rápidos, fuertes, irregulares o “aleteantes”. Pueden ser intermitentes o durar varios minutos. A veces, las personas describen la sensación como si el corazón “se saltara un latido”, “diese un vuelto” o latiera demasiado rápido.
Mareos o aturdimiento:
sensación de inestabilidad o desmayo.
Dificultad para respirar (disnea):
sensación de falta de aire, especialmente durante los esfuerzos o al acostarse.
Fatiga:
sensación de cansancio o agotamiento, incluso después de un descanso adecuado.
Los síntomas graves del prolapso de la válvula mitral suelen presentarse con mayor frecuencia en hombres mayores de 50 años. Si experimenta alguno de estos síntomas, especialmente palpitaciones, mareo o dificultad para respirar, es importante que consulte a un médico para una evaluación.
Clasificación del prolapso mitral
El prolapso de la válvula mitral se clasifica en diferentes subtipos según características como el grosor de las valvas y su unión al anillo mitral:
Clásico o no clásico: si las valvas superan los 5 mm de grosor, se considera prolapso mitral clásico; si no, es no clásico.
Simétrico o asimétrico: el prolapso mitral clásico se divide en simétrico (puntas de las valvas unidas en el mismo punto del anillo) y asimétrico (una valva más desplazada hacia la aurícula).
Flotante o no flotante: el prolapso mitral asimétrico puede ser flotante, con la valva curvada hacia la aurícula, aumentando el riesgo de rotura de cuerdas tendinosas e insuficiencia mitral, o no flotante. La regurgitación mitral es más frecuente en el prolapso mitral asimétrico flotante.
Causas y factores de riesgo del prolapso mitral
En la mayoría de los casos, la causa exacta del prolapso mitral se desconoce. Se cree que puede haber una predisposición genética, ya que a menudo se presenta en familias. Asimismo, se han identificado algunos factores que pueden aumentar el riesgo de desarrollar prolapso mitral, entre los cuales:
Algunas enfermedades cardíacas: enfermedades como ciertas miocardiopatías o la enfermedad de las arterias coronarias pueden aumentar el riesgo de prolapso mitral secundario (en este caso, el prolapso es una consecuencia de otras enfermedades).
Antecedentes familiares de prolapso mitral: tener un familiar cercano afectado aumenta el riesgo de desarrollar la afección.
Enfermedades del tejido conectivo: ciertas enfermedades del tejido conectivo (como el síndrome de Marfan, el síndrome de Ehlers-Danlos y la osteogénesis imperfecta) están asociadas con un mayor riesgo de prolapso mitral. Estas enfermedades afectan la estructura y la fuerza del tejido conectivo, que es esencial para el correcto funcionamiento de las válvulas cardíacas.
En algunos casos el prolapso mitral puede provocar complicaciones, aunque la mayoría de las personas no las experimentan. Algunas de las posibles complicaciones incluyen:
Regurgitación mitral grave: si la regurgitación mitral es significativa, puede provocar insuficiencia cardíaca, una afección en la que el corazón no puede bombear suficiente sangre para satisfacer las necesidades del cuerpo.
Endocarditis infecciosa: es una infección del revestimiento interno del corazón, generalmente causada por bacterias. Las personas con enfermedad en alguna válvula cardíaca tienen un riesgo ligeramente mayor de desarrollarla.
Arritmias cardíacas: son latidos cardíacos irregulares. Las personas con prolapso mitral pueden experimentar diferentes tipos de arritmias, como fibrilación auricular, taquicardia supraventricular o extrasístoles ventriculares.
Diagnóstico del prolapso mitral
El diagnóstico del prolapso mitral se basa en la historia clínica del paciente, un examen físico y pruebas diagnósticas. El médico le preguntará sobre sus síntomas, antecedentes médicos y antecedentes familiares de enfermedades cardíacas. Durante el examen físico, el médico escuchará su corazón con un estetoscopio para detectar un soplo cardíaco, que puede ser un signo de regurgitación mitral.
La prueba principal para diagnosticar el prolapso mitral es el ecocardiograma. Este procedimiento utiliza ondas sonoras para crear imágenes del corazón en movimiento. Hay diferentes tipos de ecocardiogramas:
Ecocardiograma transtorácico – Doppler (ETT): es el tipo más común de ecocardiograma. Se realiza colocando un transductor (un dispositivo similar a un micrófono) en el pecho. El transductor emite ondas sonoras que rebotan en las estructuras del corazón y crean imágenes en un monitor. Permite también medir la velocidad y dirección del flujo sanguíneo a través de la válvula mitral y medir la gravedad de la regurgitación.
Ecocardiograma transesofágico (ETE): proporciona imágenes más detalladas del corazón. Se realiza introduciendo una sonda a través del esófago, que se encuentra detrás del corazón. Se utiliza cuando el ETT no es concluyente o se requiere una evaluación más precisa. Es un procedimiento mínimamente invasivo que requiere sedación leve.
Ecocardiografía tridimensional (3D): reconstruye imágenes tridimensionales del corazón y la válvula mitral, lo que facilita la comprensión de la anatomía y la función valvular. Es especialmente útil en la planificación quirúrgica.
Cateterismo cardíaco: aunque no se utiliza rutinariamente para el diagnóstico del prolapso de la válvula mitral, puede ser necesario en algunos casos para evaluar la presión en las cavidades cardíacas y descartar enfermedad en las arterias coronarias.
Tratamiento del prolapso mitral
El tratamiento del prolapso mitral depende de la gravedad de la afección y la presencia o ausencia de síntomas. Muchas personas con prolapso mitral no requieren ningún tratamiento específico. El médico puede recomendar un seguimiento regular con ecocardiogramas para controlar la afección.
Si se presentan síntomas o si la regurgitación mitral es grave, el tratamiento puede incluir:
Seguimiento regular: para pacientes asintomáticos con regurgitación mitral leve. El seguimiento incluye ecocardiogramas periódicos para monitorizar la evolución del prolapso mitral y la función cardíaca.
Cambios en el estilo de vida: evitar la cafeína, el alcohol y el tabaco, ya que pueden empeorar las palpitaciones. Realizar ejercicio regularmente según las indicaciones de su médico. Seguir una dieta saludable para el corazón.
Medicamentos: diversos medicamentos pueden utilizarse para controlar los síntomas o tratar complicaciones asociadas al prolapso mitral. Los betabloqueantes se emplean para controlar las palpitaciones, la ansiedad y el dolor torácico. Los antiarrítmicos se utilizan para tratar las arritmias cardíacas, como la fibrilación auricular. En algunos casos específicos y con menor frecuencia que en el pasado, se pueden recetar antibióticos profilácticos antes de procedimientos dentales o quirúrgicos para prevenir la endocarditis infecciosa, especialmente en pacientes con alto riesgo.
Cirugía: la cirugía se considera en pacientes con regurgitación mitral grave sintomática, regurgitación mitral grave asintomática con evidencia de deterioro de la función ventricular izquierda, o complicaciones como la endocarditis infecciosa o la rotura de las cuerdas tendinosas. Las opciones quirúrgicas se centran en la reparación o el reemplazo de la válvula mitral. La reparación de la válvula mitral es el procedimiento de elección siempre que sea posible, buscando preservar la válvula nativa y corregir el prolapso mediante técnicas como la resección del tejido valvular redundante, la anuloplastia (reparación del anillo valvular) o la colocación de cuerdas artificiales. Esta opción ofrece mejores resultados a largo plazo que el reemplazo. El reemplazo de la válvula mitral se realiza cuando la reparación no es factible debido a la gravedad del daño valvular, utilizando una prótesis mecánica (requiere anticoagulación de por vida) o biológica (durabilidad limitada, pero sin anticoagulación a largo plazo). La decisión del tipo de cirugía se basa en la anatomía de la válvula, la experiencia del cirujano y las características individuales del paciente.
Recuerda que este artículo tiene un fin informativo y no sustituye la valoración médica profesional. Si sospechas que puedes padecer un prolapso mitral, consulta con un especialista para obtener un diagnóstico preciso y un plan de tratamiento adecuado a tus necesidades.
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