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Neurología

Demencia

En el mundo, se estima que 57 millones de personas viven con demencia, una cifra que se espera que aumente en las próximas décadas debido al envejecimiento de la población.
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¿Qué es la demencia?

La demencia es un síndrome, no una enfermedad específica, que se caracteriza por un declive en las capacidades cognitivas, como la memoria, el pensamiento y el lenguaje, lo suficientemente grave como para interferir con la vida diaria. Este deterioro cognitivo va más allá de los cambios normales asociados al envejecimiento.

Estos daños pueden ser causados por diferentes factores, como la acumulación de proteínas anormales, la reducción del flujo sanguíneo o la inflamación. Como resultado, las células nerviosas (neuronas) y sus conexiones se deterioran, afectando la capacidad del cerebro para funcionar correctamente. Esto se traduce en los síntomas característicos de la demencia, que impactan significativamente la autonomía y la calidad de vida de las personas afectadas.

Hombre coge de la mano a una mujer con demencia

Síntomas de la demencia

La demencia se manifiesta de diversas formas, y los síntomas pueden variar considerablemente de una persona a otra. Además, la progresión de la enfermedad también es diferente en cada caso. Algunos pueden experimentar un declive gradual, mientras que otros pueden presentar un deterioro más rápido. A continuación, se describen algunos de los síntomas más comunes, diferenciando entre las etapas tempranas y tardías.

Síntomas tempranos:

pérdida de memoria, especialmente de eventos recientes; dificultad para comunicarse o encontrar palabras; dificultad para realizar tareas familiares; desorientación en tiempo y espacio; problemas con el razonamiento o la resolución de problemas; dificultad para tomar decisiones; cambios en el estado de ánimo o la personalidad; pérdida de iniciativa.

Síntomas tardíos:

pérdida de memoria severa; dificultad para reconocer a familiares y amigos; dificultad para comunicarse; incapacidad para cuidar de sí mismo; cambios de comportamiento, como agitación, deambulación o agresividad; alucinaciones o delirios.

Clasificación de la demencia 

La demencia se puede clasificar según diferentes criterios, como la causa subyacente, el tipo de síntomas predominantes o el patrón de progresión de la enfermedad. Una clasificación común distingue entre demencias reversibles e irreversibles:

  • Demencia irreversible: la mayoría de las demencias son irreversibles, lo que significa que no existe un tratamiento que pueda curar la enfermedad o revertir el daño cerebral. Sin embargo, existen tratamientos que pueden ayudar a controlar los síntomas y a ralentizar la progresión de la enfermedad. Algunos ejemplos de demencias irreversibles incluyen:
    • Enfermedad de Alzheimer: la forma más común de demencia, caracterizada por la acumulación de placas amiloides y ovillos neurofibrilares en el cerebro.
    • Demencia vascular: causada por daño cerebral debido a la reducción del flujo sanguíneo, a menudo como resultado de accidentes cerebrovasculares (ictus).
    • Demencia con cuerpos de Lewy: caracterizada por la presencia de cuerpos de Lewy, depósitos anormales de proteínas, en el cerebro. A menudo se asocia con síntomas parkinsonianos, como temblores y rigidez.
    • Demencia frontotemporal: un grupo de trastornos que afectan principalmente las áreas frontales y temporales del cerebro, que controlan el comportamiento, la personalidad y el lenguaje.
  • Demencia reversible: en algunos casos, la demencia puede ser causada por condiciones tratables, como deficiencias nutricionales, problemas de tiroides, hidrocefalia normotensiva o efectos secundarios de medicamentos. Si se identifican y tratan estas condiciones a tiempo, la función cognitiva puede mejorar o incluso volver a la normalidad. Algunos ejemplos de demencias reversibles incluyen:
    • Demencia por deficiencia de vitamina B12: la falta de vitamina B12 puede causar síntomas similares a la demencia, como confusión, pérdida de memoria y dificultad para concentrarse.
    • Demencia por hipotiroidismo: una glándula tiroides poco activa puede causar lentitud mental, problemas de memoria y depresión, que pueden confundirse con demencia.
    • Hidrocefalia normotensiva: la acumulación de líquido cefalorraquídeo en el cerebro puede causar problemas para caminar, incontinencia urinaria y deterioro cognitivo.
    • Demencia inducida por medicamentos: algunos medicamentos pueden causar efectos secundarios cognitivos que imitan la demencia.

Causas de la demencia 

Las causas de la demencia son complejas y multifactoriales. En muchos casos, se desconoce la causa exacta, pero la más común es la enfermedad de Alzheimer, que representa entre el 60% y el 80% de los casos. Otras causas incluyen: demencia vascular, demencia con cuerpos de Lewy, demencia frontotemporal, enfermedad de Parkinson, enfermedad de Huntington, traumatismo craneoencefálico, infecciones, tumores cerebrales y ciertas afecciones médicas.

Factores de riesgo de la demencia

Diversos factores pueden aumentar el riesgo de desarrollar demencia. Algunos de estos factores son modificables, lo que significa que se pueden cambiar para reducir el riesgo. Otros factores, como la edad y la genética, no son modificables. Algunos factores de riesgo para la demencia incluyen:

  • Edad: el riesgo aumenta con la edad, especialmente después de los 65 años.
  • Antecedentes familiares: tener un familiar cercano con demencia aumenta el riesgo.
  • Factores genéticos: ciertos genes aumentan la susceptibilidad a la enfermedad de Alzheimer y otras formas de demencia.
  • Factores de estilo de vida: la hipertensión arterial, el colesterol alto, la diabetes, la obesidad, el tabaquismo y la falta de ejercicio físico aumentan el riesgo de demencia vascular.
  • Traumatismo craneoencefálico: las lesiones cerebrales traumáticas pueden aumentar el riesgo de demencia.

Complicaciones de la demencia

La demencia puede tener un impacto significativo en la salud y el bienestar de los pacientes y sus familias. Las complicaciones pueden incluir:

  • Pérdida de independencia: a medida que la demencia progresa, los pacientes pueden perder la capacidad de realizar tareas cotidianas, como vestirse, bañarse y comer.
  • Problemas de comportamiento: la agitación, la agresividad, la deambulación y las alucinaciones pueden ser difíciles de manejar para los cuidadores.
  • Depresión: la demencia puede causar depresión tanto en los pacientes como en sus cuidadores.
  • Aislamiento social: los pacientes con demencia pueden aislarse socialmente a medida que pierden la capacidad de comunicarse y participar en actividades sociales.
  • Mayor riesgo de caídas y lesiones: la desorientación y los problemas de equilibrio pueden aumentar el riesgo de caídas y lesiones.
  • Neumonía: la dificultad para tragar puede aumentar el riesgo de neumonía por aspiración.
  • Infecciones del tracto urinario: la incontinencia y la dificultad para mantener una buena higiene pueden aumentar el riesgo de infecciones del tracto urinario.
  • Desnutrición: la dificultad para comer puede provocar desnutrición.

Diagnóstico de la demencia

El diagnóstico de la demencia implica una evaluación exhaustiva por parte de un médico, generalmente un neurólogo, geriatra o psiquiatra. El proceso de diagnóstico puede incluir:

  • Historia clínica detallada: el médico recopilará información sobre los síntomas, la historia médica pasada, los antecedentes familiares y los medicamentos que la persona está tomando. Es importante proporcionar al médico la mayor cantidad de información posible para ayudar en el proceso de diagnóstico.
  • Examen físico y neurológico: el médico realizará un examen físico completo, incluyendo una evaluación neurológica para evaluar las funciones cognitivas, motoras y sensoriales.
  • Evaluación del estado mental: se realizarán pruebas para evaluar las capacidades cognitivas, como la memoria, el lenguaje, la atención, la orientación, el razonamiento y la resolución de problemas. Estas pruebas pueden incluir el Mini-Mental State Examination (MMSE), el Montreal Cognitive Assessment (MoCA) y otras pruebas neuropsicológicas más específicas.
  • Pruebas de laboratorio: se pueden realizar análisis de sangre para descartar otras causas de los síntomas, como deficiencias vitamínicas, problemas de tiroides, infecciones o trastornos metabólicos.
  • Estudios de neuroimagen: las técnicas de neuroimagen, como la tomografía computarizada (TC) o la resonancia magnética (RM) del cerebro, pueden ayudar a identificar cambios estructurales en el cerebro, como atrofia, infartos o tumores, que pueden estar relacionados con la demencia.
  • Tomografía por emisión de positrones (PET): en algunos casos, se puede realizar una PET para evaluar la actividad metabólica del cerebro y buscar patrones característicos de la enfermedad de Alzheimer u otras formas de demencia. Esta técnica puede ayudar a diferenciar entre diferentes tipos de demencia.

Tratamientos demencia

Aunque no existe una cura para la mayoría de las demencias, existen tratamientos que pueden ayudar a controlar los síntomas, mejorar la calidad de vida y, en algunos casos, ralentizar la progresión de la enfermedad. El plan de tratamiento se individualiza según el tipo de demencia, la gravedad de los síntomas y las necesidades específicas de cada persona. Las opciones de tratamiento pueden incluir:

  • Medicamentos: existen medicamentos que pueden ayudar a mejorar la memoria, el pensamiento, el lenguaje y el comportamiento en pacientes con enfermedad de Alzheimer y otras formas de demencia. Algunos ejemplos incluyen inhibidores de la colinesterasa, memantina y otros fármacos para tratar síntomas específicos, como la depresión, la ansiedad, la agitación o los trastornos del sueño. Es importante destacar que estos medicamentos no curan la demencia, pero pueden ayudar a controlar los síntomas y mejorar la calidad de vida.
  • Terapia no farmacológica: las intervenciones no farmacológicas, como la terapia ocupacional, la fisioterapia, la terapia cognitiva, la musicoterapia y la terapia de reminiscencia, pueden ser beneficiosas para las personas con demencia. Estas terapias pueden ayudar a mantener las habilidades cognitivas y funcionales, reducir los problemas de comportamiento, mejorar el estado de ánimo y promover el bienestar general.
  • Cambios en el estilo de vida: adoptar un estilo de vida saludable puede ser beneficioso para las personas con demencia. Una dieta equilibrada, ejercicio regular, actividad social y estimulación cognitiva pueden ayudar a mantener la salud cerebral y mejorar la calidad de vida.
  • Apoyo para los cuidadores: el cuidado de una persona con demencia puede ser una tarea desafiante y estresante. Es importante que los cuidadores reciban apoyo y recursos para ayudarles a sobrellevar las demandas del cuidado. Los grupos de apoyo, la educación sobre la demencia y la asistencia domiciliaria pueden ser de gran ayuda para los cuidadores.

Recuerda que este artículo tiene un fin informativo y no sustituye la valoración médica profesional. Si sospechas que tienes demencia, consulta con un especialista para obtener un diagnóstico preciso y un plan de tratamiento adecuado a tus necesidades.

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