Esta enfermedad afecta con más frecuencia a niños que a niñas y el 90 por ciento de los casos comienza durante el primer año de vida, entre los cuatro y los seis meses. Los espasmos suelen desaparecer a la edad de cinco años y aproximadamente el 50 por ciento de los casos son sintomáticos.
Se trata de una enfermedad rara y una de las encefalopatías pediátricas más graves, asociadas con el retraso psicomotor y problemas del desarrollo, incluyendo el autismo y trastornos del espectro autista. «El autismo puede aparecer como secuela no sólo del Síndrome de West, sino también del Síndrome de Lennox-Gastaut. «Por eso, la prevalencia de los trastornos del espectro autista en la población epiléptica puede sugerir que existe una base común», declaró.
La incidencia de los trastornos del espectro autista en los espasmos infantiles varía según los diferentes estudios en los casos asociados a esclerosis tuberosa, por lo que los pacientes con Síndrome de West deben ser monitorizados para que se puedan identificar cuanto antes la presencia de signos de autismo.
