El pericardio es una membrana de dos capas que envuelve el corazón como una bolsa. Contiene una pequeña cantidad de líquido que ayuda a reducir la fricción entre las capas mientras el corazón late. La pericarditis se produce cuando este pericardio se inflama. En algunos casos, se acumula un exceso de líquido pericárdico entre las capas, lo que se conoce como derrame pericárdico. Esta inflamación puede afectar la función cardíaca y causar dolor.
Síntomas de la pericarditis
El síntoma más común de la pericarditis es un dolor agudo en el pecho, generalmente detrás del esternón o en el lado izquierdo del pecho. Este dolor a menudo empeora al respirar hondo, acostarse o toser, y puede mejorar al sentarse e inclinarse hacia adelante. Puede haber otros síntomas que suelen relacionarse con la causa subyacente o con la gravedad de la pericarditis como:
Fiebre.
Escalofríos.
Debilidad y fatiga.
Tos seca.
Dificultad para respirar, especialmente al estar acostado.
Hinchazón en las piernas o el abdomen.
Palpitaciones o latidos cardíacos irregulares.
Es importante tener en cuenta que la gravedad y la presentación de los síntomas pueden variar significativamente de una persona a otra. Algunas personas pueden experimentar síntomas leves, mientras que otras pueden tener síntomas más intensos.
Clasificación de la pericarditis
La pericarditis se clasifica según su duración y la presencia o ausencia de líquido en el pericardio.
Según la duración:
Pericarditis aguda: se caracteriza por un inicio repentino de síntomas y una duración inferior a 2 meses. Un ejemplo común es la pericarditis viral.
Pericarditis recurrente: implica la reaparición de la pericarditis después de un período sin síntomas (tras 4-6 semanas sin síntomas). Esta recurrencia puede ocurrir varias veces y puede ser tan grave como el episodio inicial.
Pericarditis crónica: persiste durante más de tres meses, a menudo con síntomas fluctuantes. La pericarditis autoinmune puede manifestarse como pericarditis crónica.
Según la presencia de líquido pericárdico:
Pericarditis seca (fibrinosa): se caracteriza por la inflamación del pericardio sin una acumulación significativa de líquido. Es la forma más común de pericarditis.
Derrame pericárdico: implica la acumulación de líquido entre las capas del pericardio. Este líquido puede ser seroso (claro), hemorrágico (con sangre) o purulento (con pus).
Causas y factores de riesgo de la pericarditis
En muchos casos, la causa de la pericarditis no se conoce, pero a menudo se cree que es causada por una infección viral.
Algunos factores pueden aumentar la probabilidad de desarrollar pericarditis. Es importante recordar que la presencia de estos factores no garantiza que se desarrolle pericarditis, pero sí aumenta la posibilidad. Los factores de riesgo para la pericarditis son:
Infecciones virales recientes.
Trastornos autoinmunitarios.
Lesiones en el pecho.
Antecedentes de pericarditis.
Radioterapia en el pecho.
Algunos medicamentos pueden desencadenar una reacción inflamatoria en el pericardio.
Si bien la pericarditis suele ser una afección benigna, en algunos casos puede provocar complicaciones graves, como:
Derrame pericárdico grande: una gran acumulación de líquido en el pericardio puede comprimir el corazón y dificultar su funcionamiento.
Taponamiento cardíaco: es una afección potencialmente mortal en la que la acumulación de líquido en el pericardio ejerce presión sobre el corazón, lo que impide que se llene de sangre adecuadamente.
Pericarditis constrictiva: es una complicación rara en la que el pericardio se engrosa y se vuelve rígido, lo que restringe la capacidad del corazón para expandirse y llenarse de sangre.
Es fundamental buscar atención médica si se sospecha pericarditis, ya que un diagnóstico y tratamiento tempranos pueden ayudar a prevenir estas complicaciones.
Diagnóstico de la pericarditis
El diagnóstico de la pericarditis implica una evaluación clínica completa y varias pruebas, que incluyen:
Evaluación clínica: el médico revisará el historial médico del paciente y realizará un examen físico, prestando especial atención a los sonidos cardíacos y pulmonares.
Electrocardiograma (ECG): esta prueba registra la actividad eléctrica del corazón y puede mostrar cambios característicos de la pericarditis.
Radiografía de tórax: esta prueba puede ayudar a descartar otras afecciones, como neumonía o un pulmón colapsado, y puede mostrar un agrandamiento del corazón si hay un derrame pericárdico grande.
Ecocardiograma: esta prueba utiliza ondas sonoras para crear imágenes del corazón para comprobar su funcionamiento y detecta la presencia de líquido en el pericardio.
Análisis de sangre: se pueden realizar análisis de sangre para detectar signos de inflamación, como un recuento elevado de glóbulos blancos o una proteína C reactiva elevada, y para descartar otras causas del dolor torácico, como un ataque cardíaco.
Tomografía computarizada (TC) o resonancia magnética (RM) cardíaca: en algunos casos, se pueden realizar estas pruebas de imagen para obtener una visión más detallada del corazón y el pericardio.
Tratamientos para la pericarditis
El plan de tratamiento para la pericarditis se adapta a las necesidades individuales de cada paciente, teniendo en cuenta la causa subyacente, la gravedad de los síntomas y la presencia de cualquier complicación. Las opciones de tratamiento incluyen:
Reposo: el reposo es fundamental durante la fase aguda de la pericarditis para permitir que el pericardio se cure. Se recomienda limitar la actividad física intensa hasta que los síntomas se hayan resuelto y los marcadores de la analítica se hayan normalizado.
Tratamiento farmacológico: el tratamiento de la pericarditis suele incluir la administración de medicamentos como antiinflamatorios no esteroideos (AINEs), combinados habitualmente con colchicina. El uso de corticoesteroides está reservado para indicaciones específicas y debe utilizarse a la dosis mínima eficaz.
Pericardiocentesis: la pericardiocentesis es un procedimiento para drenar/evacuar el exceso de líquido del pericardio en el que se inserta una aguja en el saco pericárdico. Este procedimiento se realiza bajo la guía de imágenes, como la ecocardiografía, para garantizar la seguridad y la precisión. En HM Hospitales, nuestros especialistas en cardiología están altamente capacitados en la realización de pericardiocentesis.
Pericardiectomía: en casos raros de pericarditis constrictiva, se puede requerir una pericardiectomía. Este procedimiento quirúrgico implica la extirpación de parte o la totalidad del pericardio engrosado y cicatrizado que restringe el movimiento del corazón.
En algunos casos, se puede requerir un enfoque multidisciplinario para el tratamiento de la pericarditis. Esto puede involucrar a cardiólogos, especialistas en enfermedades infecciosas, reumatólogos y cirujanos cardíacos, según la causa subyacente y las complicaciones de la pericarditis.
Recuerda que este artículo tiene un fin informativo y no sustituye la valoración médica profesional. Si sospechas que tienes pericarditis, consulta con un especialista para obtener un diagnóstico preciso y un plan de tratamiento adecuado a tus necesidades.
Nuestros médicos
Consulta y pide cita con los profesionales de esta especialidad