La enfermedad de Parkinson es un trastorno neurodegenerativo crónico que afecta al sistema nervioso central. Se caracteriza por la pérdida progresiva de neuronas en una parte del cerebro llamada sustancia negra, que produce dopamina. La dopamina es un neurotransmisor esencial para el control del movimiento y la coordinación. La disminución de dopamina causa los síntomas motores característicos de la enfermedad.
Este trastorno impacta significativamente la calidad de vida de los pacientes y sus familias.
Síntomas de la enfermedad de Parkinson
Los síntomas de la enfermedad de Parkinson pueden variar considerablemente de una persona a otra, tanto en su tipo como en su gravedad. Generalmente, comienzan de forma gradual y empeoran con el tiempo como cualquier enfermedad degenerativa. Los síntomas se pueden clasificar en motores y no motores:
Síntomas motores:
Temblor en reposo: suele comenzar en una mano o un pie y se caracteriza por un movimiento rítmico. Es más notorio en reposo, disminuye o desaparece con el movimiento y se intensifica con el nerviosismo.
Rigidez muscular (rigidez): causa tensión y dolor en los músculos, dificultando el movimiento. Se suele notar a nivel cervical y de las extremidades.
Bradicinesia (lentitud de movimientos): se manifiesta como dificultad para iniciar y realizar movimientos, así como para realizar tareas que requieren movimientos rápidos y repetitivos. Se puede apreciar en hiponimia, disminución del braceo, disminución del tono de voz, micrografía.
Inestabilidad postural: provoca problemas de equilibrio y aumenta el riesgo de caídas.
Síntomas no motores:
Anosmia (pérdida del olfato): puede ser uno de los primeros síntomas, incluso antes de la aparición de los síntomas motores.
Alteraciones del sueño: insomnio, somnolencia diurna excesiva, trastorno del sueño REM, etc.
Neuropsiquiátrico: cognición, depresión, ansiedad, trastorno del control de impulsos, alucinaciones, psicosis, apatía, fatiga, dificultad para concentrarse, problemas de memoria, demencia.
Gastrointestinal: problemas de estreñimiento, masticación y deglución.
Autonómicos: problemas urinarios, saliva y babeo, hipotensión ortostática.
Sensorial: dolor y otras sensaciones, hiposmia.
Disfunción sexual eréctil.
Clasificación de la enfermedad de Parkinson
La enfermedad de Parkinson se clasifica en diferentes etapas según la gravedad de los síntomas y el grado de discapacidad. La escala de Hoehn y Yahr es la más utilizada para clasificar la progresión de la enfermedad, que va desde el estadio 1 (afectación unilateral) hasta el estadio 5 (discapacidad grave que requiere ayuda para la mayoría de las actividades). Esta escala no tiene en cuenta la presencia de las complicaciones motoras.
Además de la estadificación, la enfermedad de Parkinson se puede clasificar en diferentes subtipos según la predominancia de los síntomas:
Tremor dominante: el temblor es el síntoma más prominente.
Acinético-rígido: la rigidez y la bradicinesia son los síntomas más prominentes si el paciente no presenta temblor.
Mixto: combinación de temblor, rigidez y bradicinesia.
Esta clasificación ayuda a los médicos a adaptar el tratamiento a las necesidades individuales de cada paciente.
Causas y factores de riesgo de la enfermedad de Parkinson
Aunque se desconoce la causa exacta de la enfermedad de Parkinson, se sabe que ciertos factores pueden aumentar la probabilidad de desarrollarla. Estos factores de riesgo pueden influir en la vulnerabilidad de las neuronas productoras de dopamina. Los factores de riesgo son:
Edad: el riesgo aumenta con la edad, siendo más común después de los 60 años.
Antecedentes familiares: tener un familiar cercano con la enfermedad puede aumentar el riesgo.
Sexo: es más común en hombres.
Exposición a toxinas: la exposición a ciertos pesticidas, herbicidas y metales pesados puede aumentar el riesgo.
Si padeces o alguien que conozcas experimenta síntomas de la enfermedad de Parkinson, es fundamental buscar atención médica lo antes posible.
Diagnóstico de la enfermedad de Parkinson
El diagnóstico de la enfermedad de Parkinson es clínico, se basa en la historia clínica, la exploración física y la evaluación de los síntomas. No existe una prueba específica para diagnosticar la enfermedad. El neurólogo puede solicitar pruebas complementarias para descartar otras patologías y apoyar el diagnóstico. Algunas de estas pruebas son:
Historia clínica y neurológica detallada: el médico preguntará sobre los síntomas, antecedentes médicos y familiares.
Examen neurológico: se evalúa la función motora, los reflejos, el equilibrio, la coordinación y la presencia de temblor.
Pruebas de neuroimagen: aunque no son definitivas para el diagnóstico, las pruebas de imagen como la tomografía computarizada por emisión de fotón único (SPECT) con DaTscan así como el PET de Dopa, PET DFG o la resonancia magnética (RM) del cerebro pueden ayudar a descartar otras afecciones que causan síntomas similares.
Pruebas genéticas: en casos de inicio temprano o antecedentes familiares, se pueden realizar pruebas genéticas para buscar mutaciones específicas asociadas con la enfermedad de Parkinson.
Es importante destacar que no existe una prueba única que confirme el diagnóstico de la enfermedad de Parkinson. El diagnóstico se basa en la combinación de la evaluación clínica, la historia del paciente y la exclusión de otras enfermedades.
Dado que la enfermedad de Parkinson es progresiva, el diagnóstico implica también una evaluación continua a lo largo del tiempo para monitorizar la evolución de los síntomas y ajustar el tratamiento según sea necesario, optimizando así el manejo de la enfermedad y la calidad de vida del paciente.
En HM Hospitales contamos con unidades especializadas en el diagnóstico de la enfermedad de Parkinson, utilizando tecnología avanzada y un equipo multidisciplinar de profesionales. El Centro Integral de Neurociencias (CINAC) es un centro de referencia a nivel nacional para el diagnóstico y tratamiento de trastornos del movimiento, incluyendo la enfermedad de Parkinson.
Tratamientos de la enfermedad de Parkinson
La enfermedad de Parkinson es una condición que afecta fundamentalmente a el movimiento. Si bien no tiene cura, existen diversos tratamientos que ayudan a controlar los síntomas y mejorar significativamente la calidad de vida de quienes la padecen. El objetivo principal es aliviar los síntomas y permitir que las personas mantengan su independencia el mayor tiempo posible. Las opciones de tratamiento incluyen:
Medicamentos: existen diversos medicamentos que ayudan a controlar los síntomas de la enfermedad de Parkinson, como los temblores, la rigidez muscular y la lentitud de movimientos. También se puede dar la posibilidad de tratamiento de segunda línea mediante infusiones subcutáneas o parenterales, así como medicaciones de rescate. El médico ajustará la medicación según las necesidades individuales de cada paciente.
Cirugía (Estimulación cerebral profunda – DBS): en casos graves, cuando los medicamentos no proporcionan suficiente alivio, la cirugía puede ser una opción. La DBS implica la implantación de electrodos en el cerebro para estimular áreas específicas que controlan el movimiento. En HM se realiza DBS, un tratamiento con 30 años de historia que se ha demostrado seguro y eficaz
Ultrasonido Focalizado de Alta Intensidad – HIFU: técnica no invasiva que utiliza ultrasonido para destruir tejido cerebral de forma precisa. En HM se utiliza tanto para el temblor esencial (un trastorno del movimiento que puede confundirse con la enfermedad de Parkinson) como para el tratamiento de la enfermedad de Parkinson, donde HM ha sido pionero mundial en desarrollar este tratamiento poco invasivo.
Terapias adyuvantes
Cambios en el estilo de vida: adoptar hábitos saludables es fundamental. Una dieta equilibrada, ejercicio regular, un buen descanso nocturno y la participación en actividades sociales contribuyen al bienestar general y a una mejor calidad de vida.
Fisioterapia: juega un papel crucial en el manejo de la enfermedad de Parkinson. Ejercicios específicos ayudan a mantener la movilidad, la fuerza, el equilibrio y a prevenir caídas, promoviendo la independencia y la seguridad en las actividades diarias.
Terapia ocupacional: esta terapia se enfoca en adaptar el entorno y enseñar nuevas estrategias para realizar las actividades de la vida diaria, como vestirse, comer o bañarse, facilitando la autonomía del paciente.
Logopedia: ayuda a mejorar las habilidades del habla, la deglución y la comunicación, aspectos que pueden verse afectados por la enfermedad. Se trabaja en la claridad de la voz, la articulación y la coordinación de los músculos involucrados en la deglución.
Apoyo psicológico: el diagnóstico de la enfermedad de Parkinson puede ser difícil de asimilar. El apoyo psicológico, tanto individual como en grupo, proporciona herramientas para afrontar el diagnóstico, manejar el estrés y la ansiedad, y desarrollar estrategias de afrontamiento.
Grupos de apoyo: ofrecen un espacio seguro para compartir experiencias, conectar con otras personas que viven situaciones similares y obtener apoyo emocional. El intercambio de información y la comprensión mutua son beneficiosos para los pacientes y sus familias.
El tratamiento de la enfermedad de Parkinson a menudo implica un enfoque multidisciplinar, con la participación de neurólogos, neurocirujanos, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, logopedas, psicólogos y otros profesionales de la salud.
Recuerda que este artículo tiene un fin informativo y no sustituye la valoración médica profesional. Si sospechas que tienes enfermedad de Parkinson, consulta con un especialista para obtener un diagnóstico preciso y un plan de tratamiento adecuado a tus necesidades.
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