El pericardio, una membrana de doble capa que envuelve el corazón, cumple la función de protegerlo y mantenerlo en su lugar dentro del tórax.
Entre las dos capas del pericardio, existe un espacio llamado cavidad pericárdica, que contiene una pequeña cantidad de líquido pericárdico. Este líquido actúa como lubricante, permitiendo que el corazón lata sin fricción.
En este artículo, explicaremos qué es la pericarditis, sus causas, síntomas, diagnóstico y tratamiento.
¿Qué es la pericarditis?
La pericarditis es una inflamación del pericardio. Cuando el pericardio se inflama, causa dolor en el pecho y dificultad para respirar, entre otros síntomas. Esta inflamación puede ser causada por una variedad de factores.
¿Cuáles son las causas comunes de la pericarditis?
La pericarditis puede tener diversos orígenes, clasificándose principalmente en causas infecciosas y no infecciosas. A continuación, te enseñamos cada una de ellas:
- Origen infeccioso:
- Virus: las infecciones por virus son la causa más frecuente y benigna de pericarditis y la que se asume cuando no hay datos de otras causas. Es más típica de otoño a primavera.
- Otros: aunque menos frecuente que las infecciones virales, la pericarditis también puede ser causada por bacterias o por hongos. Este tipo de pericarditis suele ser más grave, con síntomas más severos y tiende a afectar a personas con alteraciones del sistema de defensa.
- Origen no infecciosas:
- Enfermedades autoinmunes: las enfermedades autoinmunes se producen cuando nuestro sistema de defensa ataca de forma anormal algún tejido de nuestro cuerpo. Así, enfermedades como el lupus, la artritis reumatoide, la esclerodermia y otras pueden causar inflamación en el pericardio, entre otras partes del cuerpo.
- Traumatismo: un traumatismo en el pecho, como un golpe directo o una lesión penetrante, puede dañar el pericardio y provocar inflamación.
- Complicaciones postoperatorias: la pericarditis puede ocurrir como una complicación después de una cirugía cardíaca o torácica.
- Otras causas: otras causas menos comunes incluyen insuficiencia renal, hipotiroidismo, ciertos medicamentos, radioterapia en el área del pecho y después de un infarto de miocardio.

¿Cuáles son los síntomas de la pericarditis?
La pericarditis se caracteriza por un conjunto de síntomas que, si bien pueden variar en intensidad, suelen ser bastante distintivos. El síntoma más frecuente y característico es el dolor en el centro del pecho, detrás del esternón, que es punzante, localizado. Con frecuencia, el dolor de la pericarditis se puede notar que va hacia el cuello, el hombro izquierdo, la espalda o la mandíbula. Típicamente, el dolor de la pericarditis empeora al respirar hondo, al toser, acostarse y a veces al tragar, y mejora con algunas posturas como al sentarse inclinado hacia adelante. Estos cambios lo diferencian de otros dolores de pecho como el del infarto cardíaco.
La dificultad para respirar, (disnea), es otro síntoma frecuente. Además, la pericarditis puede causar fiebre, generalmente baja, y fatiga, que puede variar de leve a severa. Otros síntomas menos comunes incluyen tos seca, palpitaciones y ansiedad.
Es crucial diferenciar la pericarditis de otras afecciones cardíacas, como el infarto de miocardio. Si bien ambos pueden causar dolor de pecho con algunas características comunes, generalmente es fácil poder distinguirlos en un servicio de urgencias. Por ello, ante cualquier dolor torácico, es fundamental buscar atención médica inmediata para un diagnóstico preciso.
Una complicación posible de la pericarditis es el aumento de la cantidad de líquido que normalmente tiene el pericardio, lo que se llama derrame pericárdico. Generalmente, se produce un derrame pericárdico leve, que requiere revisiones en una consulta de cardiología para vigilar la evolución. Raramente, se puede producir un gran acúmulo de líquido, alterando la función del corazón, lo que requiere retirarlo con una pequeña intervención quirúrgica para revertir la situación.
¿Cómo es el diagnóstico de la pericarditis?
Diagnosticar la pericarditis implica una combinación de evaluación clínica y pruebas diagnósticas para confirmar la inflamación del pericardio y descartar otras afecciones cardíacas. A continuación, te mostramos algunas de estas pruebas:
- Electrocardiograma (ECG): el ECG es una de las pruebas fundamentales en el diagnóstico de la pericarditis porque suele revelar cambios característicos de esta enfermedad ( conocido como elevación del segmento ST muchas derivaciones). Estos cambios en el ECG permiten diferenciar la pericarditis de otras condiciones cardíacas, como el infarto de miocardio.
- Ecocardiografía: es una técnica de imagen que utiliza ultrasonidos para visualizar el corazón y las estructuras circundantes. Es especialmente útil para detectar la presencia de derrame pericárdico. La ecocardiografía puede mostrar la cantidad de líquido acumulado en el pericardio y evaluar su impacto en la función cardíaca.
- Pruebas de laboratorio: los análisis de sangre pueden revelar marcadores inflamatorios elevados, como la proteína C reactiva y la velocidad de sedimentación globular, lo que sugiere la presencia de inflamación en el cuerpo, apoyando el diagnóstico de pericarditis.

¿Cuál es el tratamiento de la pericarditis?
El tratamiento para la pericarditis se centra en aliviar los síntomas, reducir la inflamación y tratar la causa subyacente, si se conoce. La mayoría de los casos de pericarditis leve se resuelven con tratamiento conservador, mientras que los casos más graves o recurrentes pueden requerir un enfoque más agresivo. Es importante saber que la pericarditis sin tratamiento puede hacerse crónica y durar meses o años, por lo que un diagnóstico rápido con un inicio de tratamiento rápido es esencial para mejorar el pronóstico.
En primer lugar, ante el diagnóstico de pericarditis se recomienda reposo relativo durante al menos 3-4 semanas: esto es, no hacer deporte, ni hacer esfuerzos intensos durante ese tiempo, aunque se haya pasado el dolor.
La medicación que se usa para la pericarditis es:
- Medicamentos antiinflamatorios no esteroideos (AINEs): los AINEs, como el ibuprofeno o el naproxeno, son la primera línea de tratamiento para la pericarditis. Ayudan a reducir el dolor y la inflamación del pericardio. El tratamiento de pericarditis con estos fármacos dura varias semanas, y la dosis se ajusta según la respuesta del paciente. Es muy importante seguir la pauta prescrita porque una reducción del tratamiento rápida puede hacer que la enfermedad reaparezca.
- Colchicina: es un medicamento antiinflamatorio que se utiliza habitualmente en combinación con los anteriores, porque aceleran la mejoría y reducen la posibilidad de que reaparezca la pericarditis.
- Corticosteroides: Son claramente el último recurso. En casos de pericarditis más severa o que no responden a los AINEs, se pueden utilizar corticosteroides, como la prednisona. Los corticosteroides son potentes antiinflamatorios, pero su uso prolongado puede tener efectos secundarios, por lo que se reservan para casos específicos. En pacientes embarazadas, por ejemplo, son la única opción.
- Nuevos tratamientos: fármacos con un mecanismo antiinflamatorio distinto de los anteriores, como el Rilonacept o el Anakinra se usan con éxito para el tratamiento de la pericarditis, sobre todo cuando se asocia a enfermedades autoinmunes.
En casos de derrame pericárdico leve, el tratamiento se centra en la causa subyacente de la pericarditis. El derrame a menudo se resuelve a medida que la inflamación disminuye. Sin embargo, en derrames pericárdicos grandes o que causan síntomas como dificultad para respirar o fatiga intensa, es necesario sacar el líquido acumulado. Esto se puede realizar mediante una intervención que se llama pericardiocentesis, generalmente realizada por cirujanos cardiovasculares.
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Recuerda, este artículo tiene un fin divulgativo y no sustituye la consulta médica. Ante cualquier duda, consulta con un profesional de la salud.
