El asma es una enfermedad muy frecuente, que en España afecta a 2.500.000 de personas, alrededor del 10% de la población adulta. Puede aparecer a cualquier edad, incluso en adultos, aunque suele asociarse más con la infancia.
A pesar de ser una enfermedad respiratoria crónica que actualmente no tiene cura, con el tratamiento adecuado puedes tener una vida activa y plena. En este artículo, te explicamos cómo es su diagnóstico, cuáles son los síntomas más comunes y los tratamientos más efectivos para controlarla.
¿Qué es el asma en adultos?
El asma es una enfermedad respiratoria, caracterizada por la inflamación crónica de los bronquios, los conductos que llevan el aire a tus pulmones. Esta inflamación provoca que estas vías se estrechen e hinchen, dificultando el paso del aire y produciendo los característicos síntomas del asma.
Además de la inflamación, las vías respiratorias se vuelven hipersensibles a diversos estímulos, también conocidos como desencadenantes. Esta hipersensibilidad puede provocar una contracción repentina de los músculos que rodean las vías respiratorias, dificultando aún más la respiración. A continuación, te presentamos alguno de estos desencadenantes:
- Alérgenos: polen, ácaros del polvo, moho o caspa de animales.
- Irritantes: humo del tabaco, la contaminación ambiental o los productos químicos.
- Infecciones respiratorias.
- Ejercicio físico.
- Estrés emocional.
¿Cuáles son los síntomas del asma en adultos?
El asma es una condición respiratoria que puede variar en intensidad y frecuencia, desde episodios leves y ocasionales hasta ataques graves y recurrentes. Conocer sus síntomas puede ayudarte a identificarla y buscar la atención médica necesaria a tiempo. A continuación, te explicamos los síntomas más comunes del asma en adultos:
- Dificultad para respirar (disnea): la disnea se manifiesta como una sensación de falta de aire o dificultad para respirar, incluso en reposo. Puede ir acompañada de una sensación de opresión en el pecho y, a veces, de ansiedad. La disnea puede presentarse como una respiración superficial y rápida, o como la necesidad de realizar un esfuerzo extra para respirar.
- Sibilancias: sonido silbante y agudo al exhalar, que puede parecerse a un “pitido”. Este sonido se produce por el paso del aire a través de las vías respiratorias inflamadas y estrechadas. Las sibilancias pueden ser más notorias durante la noche o después de realizar ejercicio.
- Tos persistente: fundamentalmente tos seca, especialmente molesta durante la noche o al despertar. La tos puede ser el único síntoma de asma en algunos adultos, lo que a veces dificulta el diagnóstico. En ocasiones es productiva, con expectoración de moco.
- Opresión en el pecho: sensación de presión o constricción en el pecho, como si algo te apretara el tórax. Esta opresión puede dificultar la respiración profunda y variar en intensidad, desde leve hasta severa.
- Falta de aire después de la actividad física: si te quedas sin aliento fácilmente después de realizar ejercicio, incluso de intensidad moderada, podría ser un signo de asma inducida por el ejercicio. La tos tras el esfuerzo físico es muy típica del asma bronquial.
Es importante destacar que estos síntomas pueden ser similares a los de otras afecciones respiratorias. Si experimentas alguno de estos síntomas, consulta a un profesional de la salud para obtener un diagnóstico preciso y descartar otras posibles causas.
¿Cómo es el diagnóstico del asma en adultos?

El diagnóstico del asma en adultos implica una evaluación médica completa y cuidadosa. A continuación, te mostramos las pruebas del diagnóstico:
- Historia clínica detallada: el personal médico te hará preguntas sobre tus síntomas, con qué frecuencia e intensidad se presentan, y qué factores los desencadenan o empeoran. También te preguntará sobre tus antecedentes personales y familiares de alergias o enfermedades respiratorias.
- Examen físico: te auscultarán los pulmones con un estetoscopio para detectar si hay sibilancias u otros sonidos anormales en la respiración.
- Pruebas de función pulmonar: para observar correctamente la función pulmonar te pueden realizar algunas pruebas como son:
- Espirometría: mide la cantidad de aire que puedes exhalar, y la velocidad a la que lo haces. Es una prueba sencilla, rápida e indolora que proporciona información valiosa sobre la función pulmonar. En el paciente asmático agudizado se encuentra un tipo de espirometría que se llama obstructiva. En ocasiones se administran broncodilatadores para comprobar la respuesta a los mismos.
- Prueba de provocación bronquial: evalúa cómo reaccionan tus vías respiratorias a ciertos estímulos, como el ejercicio o la inhalación de sustancias no específicas, como la metacolina o la histamina. Esta prueba es de utilidad para determinar la hiperreactividad bronquial.
- Medición del óxido nítrico exhalado (FeNO): mide la cantidad de óxido nítrico en el aire exhalado. Los niveles elevados de FeNO pueden indicar inflamación en las vías respiratorias, lo que sugiere asma.
- Pruebas de alergia: si se sospecha de asma alérgica, se pueden realizar pruebas cutáneas o análisis de sangre para identificar los alérgenos específicos que desencadenan tus síntomas.
¿Qué tipos de asma en adultos existen?
El asma en adultos se presenta de diferentes formas, dependiendo de qué lo causa o lo desencadena. Es importante conocer el tipo de asma que tienes para encontrar el tratamiento más adecuado. A continuación, te explicamos los tipos más comunes:
- Asma alérgica: esta forma de asma es desencadenada por la exposición a alérgenos como el polen, los ácaros del polvo, el moho, la caspa de animales o ciertos alimentos. El sistema inmunológico reacciona de forma exagerada a estas sustancias, provocando inflamación y estrechamiento de las vías respiratorias.
- Asma inducida por el ejercicio: los síntomas aparecen durante o después del ejercicio físico, especialmente en ambientes fríos y secos. El aire frío y seco puede irritar las vías respiratorias y desencadenar los síntomas.
- Asma ocupacional: este tipo de asma está relacionado con la exposición a sustancias irritantes o alérgenos en el lugar de trabajo. Algunos ejemplos comunes incluyen productos químicos, polvo de madera, polvos metálicos, isocianatos y enzimas animales o vegetales.
- Asma no alérgica (intrínseca): a diferencia del asma alérgica, este tipo de asma no está relacionado con la exposición a alérgenos. Puede ser desencadenado por infecciones virales, estrés, cambios bruscos de temperatura, irritantes como el humo del tabaco, contaminantes ambientales o ciertos medicamentos.
¿Cuál es el tratamiento del asma en adultos?
El objetivo del tratamiento del asma es controlar la inflamación, prevenir los síntomas y las crisis, y permitir una vida normal. El tratamiento se individualiza según la gravedad, la frecuencia de los síntomas y la respuesta a los medicamentos. A continuación, te mostramos algunos de estos tratamientos:
- Broncodilatadores: relajan los músculos de las vías respiratorias, proporcionando un alivio de los síntomas. Los broncodilatadores de acción rápida se utilizan principalmente como medicación de rescate durante una crisis asmática.
- Corticosteroides inhalados: reducen la inflamación de las vías respiratorias a largo plazo. Se consideran la base del tratamiento de control para la mayoría de las personas con asma.
- Modificadores de leucotrienos: bloquean la acción de los leucotrienos, sustancias que contribuyen a la inflamación y el estrechamiento de las vías respiratorias.
- Terapias biológicas: anticuerpos monoclonales diseñados para bloquear vías inflamatorias específicas. Se utilizan en casos de asma grave que no responde a otros tratamientos.
Es importante que acuda a un profesional sanitario para que le proporcione el tratamiento más adecuado para su caso y poder realizar un seguimiento de su evolución.
¿Cuáles son los consejos para minimizar el riesgo de desarrollar asma en la edad adulta?

El asma puede aparecer en cualquier etapa de la vida, y aunque no siempre es posible prevenirlo, hay medidas que pueden reducir su riesgo o minimizar sus síntomas. Adoptar hábitos saludables y evitar factores desencadenantes son pasos clave para proteger tu salud respiratoria. A continuación, te ofrecemos algunos consejos prácticos para cuidar tus pulmones:
- Evita el humo del tabaco y la exposición al humo de segunda mano.
- Limita tu exposición a la contaminación ambiental, tanto en interiores como en exteriores. Considera usar un purificador de aire en casa.
- Evita la exposición a productos químicos irritantes y a vapores. Usa protección adecuada si trabajas con estas sustancias.
- Identifica y minimiza tu exposición a alérgenos como polen, ácaros del polvo, moho o caspa de animales.
- Mantén tu casa limpia para reducir la presencia de alérgenos. Lava la ropa de cama con agua caliente y usa fundas antiácaros.
- Mantén un peso saludable a través de una dieta equilibrada y ejercicio regularmente.
- Practica técnicas de relajación como yoga, meditación o respiración profunda para controlar el estrés.
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El asma en adultos es una enfermedad crónica que puede controlarse eficazmente con el tratamiento adecuado y ajustes en el estilo de vida. Reconocer los síntomas, obtener un diagnóstico preciso y seguir un plan de tratamiento personalizado te ayudará a mantener la enfermedad bajo control y a disfrutar de una buena calidad de vida. Si sospechas que podrías tener asma, no dudes en consultar con un especialista en neumología para recibir la atención que necesitas.
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Recuerda, este artículo tiene un fin divulgativo y no sustituye la consulta médica. Ante cualquier duda, consulta con un profesional de la salud.
