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Signos de alarma de los trastornos alimentarios

Signos de alarma de los trastornos alimentarios
Los trastornos de la conducta alimentaria son un problema de salud con una incidencia importante entre nuestros adolescentes, observando cómo a lo largo de los años, afectan cada vez a niños y niñas de menor edad. 
Quizá una vez está establecido el trastorno, es relativamente «fácil» llegar a un diagnóstico, sin embargo hay ciertos signos de alarma que se pueden ir instaurando lentamente y que pueden poner en alerta a las familias de que alguna cosa está ocurriendo.
Os facilitamos una lista de los principales signos de alarma que podemos detectar en el seno de las familias y en la escuela.
En relación con la alimentación
  • Utilización injustificada de dietas restrictivas.
  • Estado de preocupación constante, que puede llegar a la obsesión por todo lo que esté   relacionado con la alimentación.
  • Interés exagerado por recetas de cocina, dietas, tablas de calorías, etc.
  • Preferencia por no comer en compañía.
  • Interés por cocinar para los demás y hábito de encontrar excusas para no comer.
  • Sentimiento de culpabilidad por haber comido.
  • Comportamiento alimentario extraño (comer de pie, desmenuzar la comida en trozos muy pequeños, jugar, esconderlo, etc.).
  • Levantarse de la mesa y encerrarse en el baño después de cada comida.

En relación con el peso

  • Pérdida de peso injustificada o detención del aumento.
  • Miedo y rechazo exagerados con respecto al sobrepeso.
  • Práctica del vómito autoinducido o del ayuno y utilización de laxantes o diuréticos con el objetivo de controlar el peso o perderlo.

En relación con la imagen corporal

  • Percepción errónea de tener un cuerpo graso
  • Intentos de esconder el cuerpo con la utilización de ropa ancha, evitando el bañador, etc.

En relación con el ejercicio físico

  • Hacer ejercicio en exceso y mostrar nerviosismo si no se hace.
  • Utilización del ejercicio para adelgazar.

En relación con el comportamiento

  • Insatisfacción personal constante.
  • Estado depresivo e irritable, con cambios de humor frecuentes.
  • Disminución de las relaciones sociales, con tendencia al aislamiento.
  • Aumento aparente de las horas de estudio.
  • Dificultad de concentración.

 

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