En el presente las cosas siguen yendo bien. Hay pequeños rebrotes controlados de pacientes no graves. A ver el efecto de la apertura de las fronteras de ayer. Hay que estar atentos.
En el futuro, en octubre, comienzan a subir los ingresos. Los pacientes son menos graves que en marzo pero el personal ya se bate con el virus a brazo partido; mirmidones del siglo XXI.
Lo importante es que el Estado conozca la diponibilidad de recursos que existe y de la tendencia en la evolución de la pandemia por áreas y abra corredores sanitarios de material, medicación, profesionales o de pacientes entre unas áreas y otras en función de como vaya esa evolución.
El confinamiento, si es preciso, se hace por grupos de riesgo (ancianos y enfermos). El resto sigue con su vida normal manteniendo mascarilla obligatoria y distanciamiento social. Prohibidas las aglomeraciones y cualquier acto multitudinario.
Las residencias están controladas. Los servicios de Atención Primaria hacen estudios preventivos de PCR y anticuerpos de los ancianos cada 7-15 días. Aislan a los positivos. Tratan a los enfermos en función de sus posibilidades.
Así, todo irá bien.
Aguantaremos hasta la vacuna definitiva.
.Y esta vez si dejaremos despedirse de las bajas... con protección.